Arriba en la capital existía un hombre, un hombre fuerte, emprendedor y soñador. Cada mañana se levantaba, se duchaba, se vestía con traje y se preparaba un café. Él, desde pequeño miró siempre el norte, él, sin un título en el bolsillo quiso salir adelante, y lo hizo. ¿Cómo? No tengo idea, es mi orgullo, es mi ejemplo a seguir, es un alivio cuando me encuentro perdido.
Cada día se codeaba con los más exitosos empresarios, ingenieros, abogados, todos profesionales. No me cabe la menor duda de que él era mejor que muchos en lo que hacía, y aprendió solo, sin profesores, solo su cerebro y sus amados libros. Más tarde, ya de viejo él seguía aprendiendo y seguía dejando compañeros atrás, ya cuando se inventó la computadora y el Internet, de ahí siguió sacando más conocimiento.
Me cuesta pensar en él, son contados los recuerdos que tengo. Eso es lo más lindo de ser niño, de esa etapa de tu vida solo quedan recuerdos alegres, buenos recuerdos. No estoy seguro de mucho de su vida, pero sé quien fue, qué hizo y cómo lo logró.
Siempre quiso un varón, pero se le fueron regaladas tres hijas a quien crió excepcionalmente y se convirtieron en grandes personas, tal y como él. Luego, fue mi turno, cuando yo nací fui su orgullo de inmediato, su retoño, su hombrecito a quien podría enseñarle a manejar, a jugar a la pelota, con quien iría al estadio, jugaría al computador, sacaría de paseo, todo entre hombres, un hombre con su pequeño varoncito.
Los ocho años que lo tuve conmigo fueron increíbles, pero no puedo parar de imaginar como hubiera sido todo si no se hubiera marchado, todo lo que nos faltó conversar. Pero sé quien fue, y estoy orgulloso de tenerlo como guía.
No sé donde estarás abuelito, pero espero sigas por ahí al tanto de tu nieto que te idolatra tanto, porque algún día espero ser alguien casi tan bueno como tú, y cuando eso pase espero hacerte sentir orgulloso.
Quizás algo que no heredé de ti fue la religión, soy agnóstico por excelencia, pero sé que en algún momento, algún día nuestros caminos se volverán a cruzar. Espero que estés muy bien por donde andes, si es que estás en algún lado. Aunque es una gran responsabilidad, estoy orgulloso de llevar conmigo tus ojos y tu alma.
Te extraño.
Tu nieto Tommy.