domingo, 22 de mayo de 2011

Más allá de todo

Siento, crezco. Poco a poco todo sabe mejor, mis pisadas son más profundas y mi piel es cada día más gruesa. El ángel que hace poco ella me confió me ha dado la oportunidad de evaporar de mi interior todo impedimento. Mis sabanas se sienten más lisas, ya no queman mis dedos, me abrazan. Mi guitarra se ha vuelto una descomunal compañera,  y lo que siento bien dentro me ha regalado un camino, el mejor camino. Soy muy feliz.

Zapatillas que caminan solas hacia el éxito, que el corazón ya no puede detener, pantalones vírgenes y polerones acorazados. Un sentimiento aplastado, reprimido por la mente, una soledad insignificante. Información borrada de mi mente, sabores musicales, melodías reconfortantes, recuerdos importantes. Soy muy feliz.

Nadie pide un “te quiero”, un “te amo”, un “te adoro”, nadie pide sonidos  vacíos, muchos aparentamos, pero lo que a gritos nuestro pecho pide, es nada más que un poco de calor. No se pide un abrazo, no se pide un beso, nada más compañía bajo el frío, caricias incondicionales por amor o consuelo, preocupación, un poco de ayuda, un soporte, una roca en la que sostenerse y algo blando para caer. Ternura dibujada en cada parte de su cuerpo, confianza  depositada en algo tan grande como el sentimiento, o algo tan pequeño como la vida. Ojos atentos y pensamiento independiente, piernas que se mueven por el corazón.  Soy muy feliz. Me falta alguien para compartirlo.

Yo no pido nada más.

viernes, 13 de mayo de 2011

Yo no puedo

Por sobre mi cabeza comienzan a viajar de un lado a otro pequeñas nubes de vapor, ¿Será que ya no puedo pensar más? ¿Será que mi cerebro se saturó? Si es así, tengo miedo. Tendré que comenzar a vivir con el corazón. Mesura.


Yo no puedo

Encontré lo más lindo
Que alguna vez mis cansados ojos
Hayan podido apreciar

Un diamante precioso,
Un zafiro moreno,
Un rubí silencioso,
Que a estar lejos de mí condeno.

Porque me da miedo
Que no sepa hablar,
Porque me da miedo
Que no pueda apreciar,
Que esta roca de pantano
Lo que sea le puede entregar.

No me puedo acercar,
Ni me atrevo a conversar,
Tampoco puedo abrazar,
Y mucho menos a besar.

Y aunque mi mayor temor,
Al otro lado del mar esté,
Ni un poco se parece a este amor,
Que solo debes pedir para que te dé...


Verso 1: Hace mucho tiempo ya

domingo, 1 de mayo de 2011

Tercer godine

En un principio todo va bien, tus ojos brillan, tu cabeza se concentra, tus músculos se hiperactivan, y sigues avanzando, pero cuando te das cuenta que ese día es ese día, todo cambia. Ya no importa ni el ayer ni el mañana, solo la soledad que te acaricia consoladoramente encontrando sentimientos en el empolvado baúl de tu corazón. Ella, la soledad, es la única que increíblemente tiene la llave para encontrar todo lo que tu creías habías olvidado, pero estás vulnerable, y la soledad no tiene piedad, te ataca, abre tu baúl y lo lanza todo hacia afuera sacando a relucir hasta el más remoto sentimiento, hasta la más ínfima e insignificante pizca de melancolía, comienza a carcomer tus pensamientos. Es en ese desgraciado momento en el que te das cuenta que te espera una larga noche, en la cual lamentablemente no podrás hacer nada más que ordenar nuevamente tu baúl.

 Día por día, hora por hora irás reviviendo cada cachureo al minuto de recogerlo y devolverlo a su lugar, y aunque sean millones, siempre habrán un par que se repetirán muchas veces, esos momentos que fueron cruciales en tu vida, los más importantes, los que realmente atravesaron tu existencia para quedar ensartados permanentemente en tu cuerpo. 18 de Abril, por ejemplo, día perfecto.

Lentamente comienzas a llegar al final, después de una descomunal cantidad de tiempo, después de una maravillosa gris tarde-noche-mañana de recolección de sentimientos, se te descongela el alma y te das cuenta de todo el tiempo que estuviste desconectado, fuera del universo.

Ya para lo último dejas ese recuerdo que tanto añoras, ese recuerdo con el que noche a noche sueñas con revivir, ese recuerdo que te rasga la cara con una sonrisa, ese recuerdo que te hace sentir como si una colonia de hormigas estuvieran viviendo por debajo de tu piel, ese emocionante, increíble, hermoso, poderoso, incansable, divino y casi inalcanzable recuerdo. Puede que sueltes una lágrima, pero ya está, has finalizado la tarea que la maldita soledad te ha obligado a cumplir. Te sientes lleno y pleno nuevamente, y te armas de coraje para no cometer los mismos errores que ya has cometido. No has muerto, eres más fuerte y has superado la prueba, pero de igual manera tienes miedo y no quieres actuar, ya que sabes que ella volverá por ti, y volverá con más ganas, aunque de modo contrario a lo que puedas pensar, viene solo para fortalecerte, tocar un arpa de consuelo y así sin pena puedas descansar.