domingo, 30 de septiembre de 2012

Ver y mirar


Lo primero que vemos al despertar en la mayoría de los casos pasa desapercibido, como todo lo que está envuelto en nuestra rutina diaria, sin embargo, cuando abrimos los ojos en un lugar que desconocemos lo primero que a uno se le viene a la mente es: "¿Dónde estoy?" a pesar de que sepamos que nos quedamos dormidos en aquel lugar. La respuesta a la pregunta nos golpea rápidamente, en menos de un segundo recordamos todo y sentimos alivio, esa calma que solo nos brinda la acogedora vista de nuestra habitación. 


Lo que estoy contando surge de la idea de prestar atención a las primeras imágenes de nuestro día, y en lo que a mi respecta se ha hecho bastante difícil lograrlo, debido a que nuestra mente está tan vacía como las ganas de levantarse. Después de algunas mañanas intentándolo logré darme cuenta; casi todas las mañanas la primera imagen que mi cerebro recibe es una copia de la del día anterior: Mientras mi ojo derecho se encuentra enterrado en la almohada, el izquierdo se esfuerza por enfocar la esquina que juntan las paredes que rodean mi cama.

Luego de pensar un poco más detenidamente me dediqué a intentar no quedarme solo con esa imagen, puesto que no era únicamente necesario mirar, más bien lo importante era ver. Mientras me doy vuelta entre el torbellino de sábanas descubro que mi pierna derecha está atrapada, y luego de liberarla me siento en la cama. En mi pared me han observado toda la noche los gráficos de "Fallas de Mercado" que preparé para una prueba del semestre pasado (carrera anterior). "Hoy los saco", pienso por un momento para luego levantarme. Salgo de mi pieza, camino por el pasillo sobre el mismo tapete de todos los días, ordeno las sillas del comedor que por alguna extraña razón todos las mañanas amanecen como si hubiesen bailado por toda la sala, pero no es hasta después de eso que viene la imagen que más me llama la atención cada madrugada. Giro hacia mi derecha y me dirijo al ventanal que me separa del balcón. Lo deslizo para que entre aire al departamento y allí frente a mis ojos se encuentra exactamente la misma imagen que todos los días me hace pensar; una caravana de camiones haciendo fila a las 6 am afuera del supermercado esperando su turno para descargar sus contenidos. "¿Por qué me hace pensar tanto esto?" fue lo primero que me pregunté una mañana, y después de meditarlo un rato llegué a una conclusión. Yo, todo demacrado, con la cara derretida y aún muerto de sueño, que vengo recién levantándome no soy el único madrugador. Es más, los hermanos camioneros deben llevar por lo menos un par de horas despiertos para haber llegado hasta este lugar luego de ir a recoger el camión, luego la carga y finalmente llegar a hacer fila. 

Después de estar parado ahí por un par de segundos (que a esa hora son una eternidad) me doy cuenta de que tengo frío. Media vuelta y ducha, ropa, mochila, metro, estudio, almuerzo, metro, televisión, estudio, Internet, sueño, cama... nuevas imágenes.




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1 comentario:

  1. La primera vez que leí esto me dije "voy a intentarlo" y la verdad es que siempre me acuerdo cuando estoy sentada en el escritorio de mi oficina. No es tan fácil como parece. En realidad mucho de lo que hacemos en el día lo hacemos casi al borde de la inercia. Nadie piensa mucho, somos casi como maquinas solo seguimos nuestras ordenes sin reflexionar en lo que hacemos, así funcionamos, pero es bueno hacer este ejercicio para traer a la conciencia esas imágenes que vemos a diario pero que no notamos y tomarse unos minutos para reflexionar en ellas, quizás nos dejen más de lo que esperamos.

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