Espero les guste, espero críticas.
Con el televisor frente a él aún encendido
pensaba en como derrotar a su enemigo. Mientras tanto los destellos de luz en
el horizonte lo desalentaban anunciando hilarantemente que una nueva jornada de
lucha comenzaría pronto.
Después de haber dormido lo
suficiente se despertó abrumado por un calor que le quemaba al respirar, y un
apetito que ni un náufrago había antes experimentado. Dispuesto a almorzar pero
no sin antes detenerse a pensar en su novia, se dirigió a la cocina y movió un
par de ollas y condimentos. -Por fin- se dijo tras terminar de molestar a los
vecinos que hacían su siesta del mediodía.
Ya con el estómago en silencio,
emprendió su viaje a la ducha, lugar en el que tanto sus mejores ideas, como
las más espantosas han surgido (evidentemente antes, durante o tras el
concierto de rigor para su colección de cepillos de dientes).
Finalmente después de terminar lo
esencial del recién levantado recuerda que vive en un mundo en el que todos
dependemos de todos (en el que los ciegos no ven y los delincuentes usan
corbata) y con temor a tener alguna llamada perdida se acerca a su celular y
sin asombrarse ve cómo un par de recados cambian el resto de su día para mal;
de tranquilo a molesto, de alegre a tenso, de libre a perdido.
El resto de la historia realmente
no importa, el día sigue y termina igual. La única diferencia es que el
muchacho está exhausto tanto física como mentalmente de tanto luchar contra su
enemigo.
Ya cuando la burla del sol se
agota, nuevamente llega la paz y él enciende el televisor, sin embargo mira
hacia otro lugar. Nuevamente se dispone a pensar en cómo derrotar a su enemigo,
que lentamente va eliminando cada gota de amor por él que queda en el corazón
de su novia. ¿La conclusión? A pesar de que el verde sea un color muy bonito,
no se puede entrometer en un lugar dónde abunda el sentimiento rosa.
Fin.
No me hagas repetirtelo.
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