miércoles, 22 de febrero de 2012

Mi verde enemigo


Espero les guste, espero críticas.


Con el televisor frente a él aún encendido pensaba en como derrotar a su enemigo. Mientras tanto los destellos de luz en el horizonte lo desalentaban anunciando hilarantemente que una nueva jornada de lucha comenzaría pronto.

Después de haber dormido lo suficiente se despertó abrumado por un calor que le quemaba al respirar, y un apetito que ni un náufrago había antes experimentado. Dispuesto a almorzar pero no sin antes detenerse a pensar en su novia, se dirigió a la cocina y movió un par de ollas y condimentos. -Por fin- se dijo tras terminar de molestar a los vecinos que hacían su siesta del mediodía.

Ya con el estómago en silencio, emprendió su viaje a la ducha, lugar en el que tanto sus mejores ideas, como las más espantosas han surgido (evidentemente antes, durante o tras el concierto de rigor para su colección de cepillos de dientes).

Finalmente después de terminar lo esencial del recién levantado recuerda que vive en un mundo en el que todos dependemos de todos (en el que los ciegos no ven y los delincuentes usan corbata) y con temor a tener alguna llamada perdida se acerca a su celular y sin asombrarse ve cómo un par de recados cambian el resto de su día para mal; de tranquilo a molesto, de alegre a tenso, de libre a perdido.

El resto de la historia realmente no importa, el día sigue y termina igual. La única diferencia es que el muchacho está exhausto tanto física como mentalmente de tanto luchar contra su enemigo.

Ya cuando la burla del sol se agota, nuevamente llega la paz y él enciende el televisor, sin embargo mira hacia otro lugar. Nuevamente se dispone a pensar en cómo derrotar a su enemigo, que lentamente va eliminando cada gota de amor por él que queda en el corazón de su novia. ¿La conclusión? A pesar de que el verde sea un color muy bonito, no se puede entrometer en un lugar dónde abunda el sentimiento rosa.

Fin.





No me hagas repetirtelo.

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